Lo inasible, lo lejano, el polvo de lugares inaccesibles, la pupila que mira lo que no vemos, y en general todo lo que intenta acercar la poesía lo traen —por accidente o por evolución, si es que lo segundo no es también lo primero— los gatos. Ellos son el detonante del fenómeno y la opción más improbable: la ruptura. En programación son el error que nadie pudo prever. Están presentes en nuestras vidas y en sus pequeñas parcelas, incluso en las virtuales. Catnip es tan sólo una de las posibilidades de ese agente flexible e indómito que es el lenguaje en sus nuevos, digitales territorios.
Xitlálitl Rodríguez Mendoza
Raquel Gómez Lucio
Julie Boschat Thorez
Mónica Nepote
Ximena Atristain